05 febrero 2016

DE MUSOUS Y AUTOS LOCOSRONDA RÁPIDA (VI)











Mientras me planteo qué dirección tomará el blog en este año, con planes para cambios de nombre incluído, no me parecía correcto abandonarlo; así que aquí está la sección favorita de...no sé. Pero supongo que será la sección favorita de alguien. Más que nada porque es la única.

Para esta entrega, en vez de cinco títulos, como os tengo -mal- acostumbrados, solo he traído cuatro. ¿Motivos? Bueno, el principal, que si no dosifico los títulos por entrega, me voy a quedar sin juegos que comentar. Sin embargo, para compensar, he decidido hacer los análisis algo más extensos, aunque evidentemente, estos siguen siendo breves. Si no esto dejaría de tener sentido.

En fin, aquí os dejo -con nuevo diseño, y recordad, sin notas numéricas- con esta nueva Ronda Rápida: esta vez con un 50% de juegos de Omega Force y otro 50% de títulos con coches que hacen cosas que un coche no haría normalmente.



















Han pasado tres años, dos meses y catorce días desde que escribí mi primer análisis. Con él empezó una etapa; así que me ha parecido un detalle comenzar otra etapa, esta vez de renovación, con una secuela de ese juego. One Piece Pirate Warrriors 3 es la tercera parte -como dice su título, no hay que ser un genio- del musou  basado en la obra de Eiichiro Oda. 

Lo bueno de los musou, es que, jugado a uno, ya has jugado a todos. Para quien no lo sepa, musou es el género en el que nos enfrentamos a cientos de enemigos débiles genéricos al mismo tiempo para conquistar territorios, y cuyo sistema de combate se basa en realizar combos machacando dos botones. Un género tedioso y aburrido para algunos, bastante divertido para otros, como un servidor.

La historia narra -otra vez, al igual que hizo el primer juego- los acontecimientos más importantes de la serie, aunque esta vez, de manera más detallada y completa, y llegando hasta la última saga publicada del manga. Esta tercera parte incluye el número más alto de personajes jugables, treinta y siete, un plantel que incluye tanto a los héroes como a los villanos de la saga. Y aunque el juego es basicamente una copia exacta de la segunda parte, gracias a algunos cambios, consigue distanciarse. Quizás, la novedad más importante sea el Kizuna Rush, un sistema de compañeros que nos permite "invocarlos" al final de cada combo para que realicen un poderoso ataque. Conforme vayamos recargando la barra Kizuna -a base de derrotar enemigos-, podremos entrar en un modo de frenesí, donde nuestros ataques son más poderosos y los aliados que invocamos son realizan combos mucho más espectaculares.



Más allá del Diario Principal -el modo historia-, encontramos otro modo de juego, el Diario de los Sueños; que nos permite movernos por un mapa e ir de isla en isla realizando misiones para conseguir desbloqueables, como monedas -que nos permiten mejorar a nuestros personajes- o nuevos personajes jugables. No es gran cosa, pero sí un añadido interesante como alternativa a la historia principal.

Además de las mecánicas de sus predecesores, el juego recupera también el aspecto gráfico de las anteriores entregas, un estilo sencillo, pero que recrea con gran fidelidad el dibujo del manga. El paso a la nueva generación le permite también mejorar algunos pequeños detalles, como la distancia de dibujado, el popping de enemigos, así como las caídas de frames que estos juegos suelen sufrir cuando hay demasiados enemigos en pantalla.

El doblaje, solamente en japonés, es excelente, con las voces originales de la serie, y con una gran cantidad de diálogos que se adaptan a las situaciones que se van dando durante la partida. Pasando a la música del juego, aunque incluye algún tema nuevo, la mayoría de los temas son rescatados de las anteriores entregas, y aunque no son gran cosa, cumple bien acompañando a los combates.

Así que, basicamente, One Piece Pirate Warrios 3 es más de lo mismo, pero un poquito mejor. Si os gusta el género musou, o sois seguidores de la serie, os recomiendo que le deis una oportunidad, no os decepcionará. Si no es ninguno de estos dos casos, bueno, manteneos a cierta distancia.



















No cambiamos mucho de tercio. Seguimos con otro juego de Omega Force, basado en una importante franquicia, y un musou. Esta vez, le toca a Dragon Quest, la veterana saga de videojuegos de rol de Square Enix, cuyo rasgo distintivo es contar con los diseños de Akira Toriyama. En realidad, Dragon Quest Heroes no es el nombre completo del juego, si no que es Dragon Quest Heroes El Infortunio del Árbol de la Vida y la Raíz del Mal. Así es, un nombre excesivamente largo e innecesario. Un poco como el propio juego. Así que me vais permitir el no poner el subtítulo cada vez que me refiera a él.

Dragon Quest Heroes es un musou disfrazado de action-rpg. Pero un mal disfraz, ya que no consigue cumplir demasiado en ninguno de los dos géneros. Como musou, los combos son escasos, y la acción no resulta tan satisfactoria como debería. Como action-rpg es demasiado sencillo; el desarrollo de las habilidades de cada personaje es demasiado escaso, los cambios de equipamiento acaban siendo algo casi estético, y las misiones secundarias son demasiado repetitivas.

La manera en la que está planteado Dragon Quest Heroes es un error en su conjunto, que provoca que nos sintamos como si estuviésemos jugando en todo momento a la misma misión. Si bien en otros musou el planteamiento se basa en ir completando misiones, como conquistar un territorio, o eliminar un determinado enemigo antes de que llegue a una zona del mapa, aquí tenemos un modo horda, sin más, en el que deberemos acabar con todos los enemigos, una y otra vez, teniendo que escoltar en ocasiones a personajes o proteger objetos. Bien es cierto que en los primeros compases del juego vemos algunos mecánicas distintas, como combates contra gigantescos jefes; sin embargo, esto no es más que un espejismo, ya que el resto de enfrentamientos contra enemigos finales a lo largo del juego se limitan a ser combates contra rivales un poco más grandes y poderosos de lo normal



El argumento del juego tampoco ayuda; una historia tópica y genérica, que solo sirve para juntar a algunos héroes de juegos clásicos de la saga, metidos con calzador. Un número aceptable de personajes jugables, pero que tampoco se distinguen los suficiente entre ellos como para que la experiencia de juego cambie de uno a otro.

Técnicamente, pasamos de lo mejor a lo peor. Por algún motivo, el juego no es consciente de lo bien que se ve en escenarios abiertos, donde la luz natural hace que sus gráficos parezcan realmente de nueva generación, y prefiere ambientar la mayor parte de los escenarios en cuevas, templos y otros escenarios cerrados que limitan el nivel al que podría lucir el juego. Eso sí, el diseño de personajes y monstruos es sobresaliente, pero bueno, eso no es cosa del juego, ya que se limita a reunir a personajes y enemigos de otras entregas de la saga.

Algo muy parecido ocurre con la banda sonora, que aunque tiene una excelente calidad, no es más que una recopilación de temas clásicos de Dragon Quest. Lo único que aporta como propio el juego, son algunos arreglos de guitarra eléctrica en algunas canciones, que, lamentablemente, lo único que hacen es estropear las legendarias melodías de la saga.

Dragon Quest Heroes se queda a medio gas, sin llegar a ser realmente bueno en ninguno de los géneros que intenta tocar; una pena que un universo que puede dar tanto de sí, como es el de Dragon Quest, no haya sido aprovechado en este título.






¿Qué es necesario para que un juego se haga viral? Lo más importante, seguramente, es que sea divertido de jugar y de ver, para que se le pueda sacar partido en You Tube. Esto supone que no necesita ser un juego complejo, con mecánicas elaboradas o un gran diseño de niveles. Es el caso de Rocket League, una de las grandes sorpresas del pasado año.

Con un lanzamiento como juego gratuito en Play Station Plus en verano de 2015, Rocket League entró por la puerta grande. Un gran acierto por parte de Psyonix, ya que consiguió llegar a un público mucho más amplio de lo que lo habría hecho nunca por su propia cuenta. Sin embargo, no todo el éxito de Rocket League se debe a que llegase de manera gratuita, si no que fue su planteamiento sencillo y accesible, a la par de divertido, lo que condujo al juego a la fama.

Rocket League nos presenta un nuevo deporte, en el que manejamos a un vehículo radiocontrol y cuyo objetivo es meter gol en una portería a base de golpear la pelota con el coche. Jugamos en escenarios cerrados, pudiendo subir por las paredes e incluso el techo, y solo podemos realizar dos acciones; saltar -una o dos veces- y utilizar el turbo -que podemos recargar recogiendo esferas repartidas por el escenario-. Es realmente increíble cómo con unas reglas tan sencillas y unas mecánicas tan simples, el juego resulta extremadamente entretenido en todo momento, sin llegar ha hacerse repetitivo por muchas horas de juego.




Además de los partidos competitivos online -desde uno contra uno a cuatro contra cuatro-, encontramos un modo Temporada, en el que -solo o con hasta otros tres amigos- podemos jugar una liga contra equipos controlados por la IA; o el clásico partido de exhibición, que podemos usar para practicar o para experimentar con algunas modificaciones, como baja o alta gravedad, diferentes tamaños y formas de la pelota o el impulso del turbo. Cualquiera de los modos de juego pueden jugarse, como ya he dicho, en cooperativo -o competitivo- de hasta cuatro jugadores, lo cual eleva las cotas de diversión de manera exponencial.

Graficamente, el juego mantiene la tónica general del juego: modelados simples pero resultones y escenarios bastante diferenciados, con varias iluminaciones y climas, todos ellos bastante vistosos. Lástima que la banda sonora del juego se quede un escalón por debajo, con temas bastante genéricos que aunque acompañan bien, no llegan a destacar en ningún momento. Casi mejor poner Spotify mientras jugáis. Bendito Spotify.

Rocket League es un claro ejemplo de que en ocasiones, menos es más, y un juego con una capa externa de sencillez acaba siendo un producto muy divertido y satisfactorio, sobre todo para jugar en compañía. 























Platinum Games es una de las desarrolladoras más ocupadas de la industria. Ahora mismo tienen cuatro proyectos entre manos -que nosotros sepamos- Scalebound, Star Fox, Nier Automata y TMNT: Mutants in Manhattan. El pasado año nos trajeron Transformers Devastation, un encargo de Activision basado en el universo de los míticos robots transformables.

Transformers Devastation combina con acierto las mecánicas de los hack n' slash con el aspecto cell shading que replica a la perfección el estilo de la clásica serie de dibujos. Quien haya jugado a Bayonetta -o su secuela-, no encontrará nada nuevo en el sistema de combate de Transformers Devastation. Con cuadrado y triángulo realizamos ataques que podemos encadenar para realizar diferentes combos, que podemos finalizar con el botón R1  para rematar con un golpe que hace que nuestro personaje se transforme en vehículo. Los autobots también toman prestado el 'tiempo brujo' de Bayonetta, esto es que, al realizar una evasión en el último momento, el tiempo se ralentiza y nos permite golpear al enemigo, que ha quedado indefenso.

A nuestra disposición tenemos cinco personajes, que se van desbloqueando durante los primeros compases de la aventura. Cada uno de ellos, como os podéis imaginar, se transforma en un vehículo diferente y tiene un ataque especial diferente, pero jugar con uno o con otro acaba siendo lo mismo; con todos menos con Grimlock, quien los que conozcan el lore de Transformers conocerán por ser el líder de los Dinobots, y porque se transforma en un puto Tyrannosaurus Rex que escupe fuego, lo cual nos permite combatir tanto con su modo robot como convertidos en dinosaurio.



Transformers Devastation mezcla un desarrollo lineal con un mapa parcialmente abierto. Aunque el juego está dividido en capítulos, en estos somos libres de recorrer una ciudad genérica -bastante repetitiva y sosa- para encontrar algunos coleccionables escondidos y derrotar enemigos para conseguir experiencia y lootear. Porque sí, el juego tiene una parte importante de looteo, ya que podemos conseguir numerosos objetos y armas, que más tarde podemos ir mejorando en nuestro cuartel general, así como también podemos invertir fondos en mejorar los atributos de nuestros personajes. Esto estaría bien si se notase en algo a la hora de la verdad: ya que más allá de lo estético que puede modificar llevar un arma u otra, el juego no cambia apenas, y los combates siguen siendo igual, hayamos estado perdiendo tiempo rebuscando en los cofres distribuidos por el escenario. Un intento para añadir rejugabilidad a un título que puede superarse en unas pocas horas, pero que se queda lejos de conseguir su objetivo.

Como ya he comentado, el juego toma como referente la serie de los años ochenta, lo cual es su mayor acierto. Al tratarse de un título de presupuesto pequeño y recursos limitados, el motor gráfico de Transformers Devastation es bastante pobre, tratándose además de un título intergeneracional; sin embargo, han conseguido solventar este problema gracias a un estilo cell shading muy elaborado, destacando sobre todo los efectos de los golpes, como los destellos y las explosiones, que nos hace creer que realmente estamos viendo una serie de dibujos animados. El resto de elementos de este apartado, como los escenarios o las animaciones de los personajes -sobre todo durante las cinemáticas- son demasiado simples, y se nota una evidente falta de trabajo. Similar es lo que ocurre con la banda sonora, que despunta solamente en algunos momentos, como en las batallas contra los jefes, con un estilo rock que le viene al pelo al juego y a su ambientación.

En conclusión, Transformers Devastation es un hack n' slash bastante competente, aunque mucho más sencillo que otros títulos del estudio, de los que coge muchos elementos. Un título recomendable para los seguidores de Platinum Games, para los nostálgicos o para aquellos que busquen pasar un buen rato sin demasiadas complicaciones.




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